miércoles, 12 de noviembre de 2008


Tú, mi Dios, lo eres todo, lo tienes todo en ti, y yo, participo de algo que no es otra cosa que parte de tu todo, y cuando me aferro a mi algo, a eso que siento que poseo en lo finito de mi existencia, entonces renuncio al todo, y no porque no me sea dado, sino por que al aferrarme a aquello que si no fuera en ti no seria, mis ojos se ciegan y mi corazón se estrecha dejando de abrazar el todo. Y entonces aun cuando crea tener, soy pobre, por que tengo la nada de mi apego y pierdo el Todo que eres Tú. Pero si renuncia a aquello que creo tener de mío, incluso a eso que yo mismo soy, entonces soy rico, y lo tengo todo, no en el egoísmo de mi ser individual, sino en la participación del todo que eres Tu. Porque entiendo entonces señor que me amas y que todo lo tuyo es mío, y que aun siendo todo no necesito de nada más que de ti, porque Tu lo eres Todo y tu amor me basta.

Libre! También soy libre, porque no teniendo nada a que aferrarme, no hay nada que me ate, no tengo nada que perder; y como te tengo yo a Ti, y a ti nadie me arrebata, entonces lo tengo todo sin tener nada. Señor quítamelo todo aunque me duela, y dame la fuerza para aguantarme, jaja… se dice fácil pero es más complejo, apenas lo veo pero aún no lo hago. Sólo ayúdame a vivir desde aquí, desde el sentir que lo eres todo para mi; permite que como Francisco pueda yo decir algún día de ti: “mi Dios y mi Todo”.

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