sábado, 22 de noviembre de 2008

“Ni siquiera Él en el peor momento se bajo de la cruz” esto era lo que respondía Juan Pablo II cuando enfermo y anciano otros le sugerían el renunciar a su pontificado; me parece ver los esfuerzos de su rostro al decir estas palabras, ver sus manos ya no tan hábiles como las de otros años, tomando el crucifijo; me parece ver su dolor y su debilidad mostrando tal fortaleza. Cuanta luz diste a mi vida mi Papa, cuanta luz, y es que tu testimonio me conmueve, me anima, esa entrega hasta el final. Fuiste un padre para nosotros, tengo tu imagen grabada en la memoria desde niño, era increíble como todos podían sentir que tenían un lugar en tu corazón, podíamos sentirnos amados por el Papa. Guíanos desde donde te encuentras, enséñanos a amar a Cristo como tú lo amaste mi Papa; doy gracias a Dios por tu vida, porque aunque no estas aquí de la forma en que lo estabas, continúas siendo lámpara para mis pasos.

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