Hay días en los que al encontrarle sonrío, me alegra verle,
puedo decir que le disfruto; ese saberme ausente de todo y de todos, ese estar
a solas en sus brazos, diría sin temor a equivocarme que se vuelve usted la
musa de todo arte, de la bohemia, de la pintura y de estas líneas que fluyen
mejor al estar así, a su lado… siempre he admirado la sutil independencia que
le provee a mi alma, aunque he de confesar que en ocasiones su llegada no
resulta tan grata, hay días en los que quisiera que usted no fuese la única que
me escucha, la cambiaría sin dudarlo por alguien que se atreviera a oírme, no
como al que se le informa, sino como al que de verdad le importa; no para
obtener consejos píos o consuelos lastimeros, tampoco deseo encontrar la
solución a mis problemas, bastaría un abrazo aquí y ahora, un todo va a estar
bien, un estoy contigo… no la voy a culpar de esas ausencias, merecidas las
tengo, he sido el ausente de vidas ahora distantes y si tal ha sido mi siembra
no puedo pretender cosecha diferente, basta con que me permita decir que aunque
merecido duele…
Al final es usted mi única amiga, no hay pelea que me libre de
su estar allí, oculta en las sonrisas por momentos cercanas, aguardando entre
las sombras del bullicio a que toda presencia se esfume, cerca de mí, dentro a
lo mejor, inseparable, ligada a mi… la conocí siendo muy niño, cuando entendí
que podía encender mis temores, la abrace en llanto la primera vez que me sentí
perdido, y la siento clavada desde siempre aquí, dentro del pecho… acaso ¿es
usted la fuente de esta continua nostalgia, de esta fatal melancolía, de la
tristeza súbita que me acompaña?... nada ni nadie llena su vacío, nada ni nadie
puede darme la certeza de estar allí para siempre… solo estoy aquí en sus
brazos, solo vine al mundo y solo saldré
de él, lo que pasa es que a veces quisiera que ese paréntesis llamado vida no
la tuviese a usted adentro, pero es tarde, está aquí y lo peor es que se cierne
sobre mí… Nunca he querido padecerla, creo que si he de convivir con usted como
mi sombra quiero mirarla a los ojos, fijamente, la prefiero así, al menos
enfrentarla me hace sentir que no me tiene entre sus manos, abrigo la esperanza
de haberla elegido, aunque suene estúpido, total usted es quiéralo o no…
Soledad, que ásperos resultan a veces sus brazos, tan poco acogedores que
deambulo como si anduviera lejos de casa, hago y deshago mi morada cada día, no
sé de donde soy, como desterrado sin patria, transito aquí y ahora, a su lado,
a la intemperie de la vida, sin horizonte, sin lugar, pero a su lado… celebro
en esta resignada compañía la posibilidad de verme cara a cara con la crudeza
del ser, con el sinsentido del sentido, con mis temores y mis dudas; a su lado
tengo dos caminos, sumirme en la depresión de sentirme abandonado en medio de
la nada o ser fuerte y curtirme en las lides de enfrentarla y amarla, elijo lo
segundo, no nací para llorarla, total no es usted la que me mata, ¿Qué otra
cosa podría quitarme si no la vida?... soledad, perdone que le escriba, sé que
poco le importa que lo haga, tampoco espero una respuesta, total el silencio es
su más elocuente lenguaje y hasta eso le admiro, sin palabras la cabeza divaga
menos… no se ni porque le escribo está noche,
a lo mejor es mi manera de decirle… bienvenida...