sábado, 24 de enero de 2009

Cuestión de unidad...


¿Cómo amalgamar la fe con la propia vida? La verdad es que suelen estar tan paralelas; la fe suele convertirse en algo así como las gafas de sol o el vestido de baño que solo usas cuando vas de paseo a la playa o algún lugar de clima caliente; entonces haces uso de ella cuando vas el domingo a misa, o cuando se muere algún familiar, o si te nombran padrino de alguien o si se casa tu amigo, o si tantas cosas; pero la vida parece ser otra. O como el acetaminofén que tomas para el dolor, y entonces ante un fuerte dolor de cabeza, ante una angustia que te supera, ante la necesidad de un milagro, cuando ya no te queda de otra o no sabes a quien acudir, lo sacas y te lo tomas y así cada ocho horas hasta que todo mejora y lo suprimes, total no hay que exceder su consumo.

Pero así como las gafas o el traje de baño o el acetaminofén no son tu, así también la vida parece ser distinta, una entidad autónoma a la que no le interesa ser iluminada por la fe (salvo algunas ocasiones que parecen más corresponder a acontecimientos sociales desprovistos de su auténtico significado).Yo mismo que escribo estas líneas, me descubro a veces con mi vida desconectada de aquello en lo que creo. Y es que cuesta eso de ser creyente todos los días, levantarte dispuesto a mirar el mundo con ojos de Evangelio, dispuesto a amarlo aún en sus peores facetas, buscar ser coherente y decir abiertamente creo, pero no sólo un creo de palabras sino el creo plasmado en las propias acciones…

Yo mismo he elegido a veces desesperar en lugar de esperar en Aquel que para mi lo es todo, yo mismo he sentido la fuerza de lo apasionante del mundo que me rodea, de la cultura de mi tiempo, del letargo en el que sumen sus criterios y he querido entrar en ellos olvidando los propios. ¡No se trata de satanizar el mundo! Creo en la bondad de aquello que existe, porque creo que su origen es el Bien Supremo, y que en ello siempre está la potencial capacidad de ser el auténtico bien llamado a ser en plenitud, pero opacado en la malformación originada por el ejercicio no siempre adecuado de la libertad humana.

¿Cómo amalgamar entonces la fe y la vida? Un acto tan humano como el creer y un hecho inherente a la existencia humana como el vivir, deberían, al menos en teoría, estar más cerca de lo que en realidad suelen estar; pero veo que quizás en esta cuestión que hoy me interpela, la verdad es otra; en el hombre fe y vida conviven juntas en cualquier circunstancia, lo que quizás debería analizarse es entonces en que creemos los hombres de nuestro tiempo, porque estos juicios los hago desde mis categorías, desde mi situación de hombre creyente en un Dios, el Dios del Evangelio, el Dios de Jesucristo, y desde allí observo el aparente divorcio entre la fe y la vida; pero quizás el divorcio no se esté dando entre la fe y la vida, sino entre la fe y el Dios en el que creo; porque siendo la fe algo tan humano, es un hecho que todos esperamos algo, creemos en algo o en alguien ¿en qué? Ahí está el meollo del asunto, ¿adonde se ha ido la fe? ¿En que busca el hombre alcanzar la certeza del sentido? ¿Por qué no es Dios el objeto de la fe de mis hermanos? ¿Qué está ocupando su lugar?...

Descubro entonces que hay un problema previo al de lo paralelas que pueden resultar la fe y la vida; y mientras tanto yo me voy a seguir con mi tarea de abordar como creyente todo esto que soy para mi y para los otros, no sin antes prometerme volver a este soliloquio tratando de encontrar una posible respuesta a la pregunta por el paradero de la fe…

3 comentarios:

  1. Hola Oscar! te cuento que antes de comentar, estube leyendo tus post anteriores, y te confieso que me encanto tu manera de escribir, de sentir, es un placer entrar a tu Soliloquio!....
    Tambien quiero agradecerte por tus lindas palabras, te agrego a mi lista asi te tengo mas cerquita para seguirte.
    Un beso y un abrazo!!

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  2. Mmm también hay que ser concientes de en qué creemos y hasta donde creemos...
    Cuánta fe tenemos en ello...
    Yo creo que existe algo superior a nosotros, llámese Dios o como se llame... no creo en la Iglesia como tal, y respeto a quien sí lo haga, pero a traves de mi vida he ido dándome cuenta en quién tengo fe y en qué cosas creo...
    Bienvenido a mi blog, y que dicha que te gustó... te espero pronto

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  3. que rico Fabiana tenerte por aqui, espero poder seguir acompañandote a través de este medio en esa aventura de vivir la vida con Martina, que por cierto està hermosisima...

    Nayuribe, estoy de acuerdo contigo hay que ser conscientes de en qué creemos y hasta dónde creemos, y eso es algo que me interesa descubrir, en que creemos y hasta donde creemos los hombres de hoy, de este siglo; Yo en cambio si creo en la Iglesia, pero no culpo a quienes no lo hacen, creo que la instituciòn aveces se encarga de dar motivos para no creer, pero creeme, ese no era el proyecto inicial... creo que te molestaré luego para hablar de eso en lo que crees si me lo permites... gracias por tu visita y por tu sinceridad.

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