jueves, 19 de noviembre de 2015

A la soledad...

Hay días en los que al encontrarle sonrío, me alegra verle, puedo decir que le disfruto; ese saberme ausente de todo y de todos, ese estar a solas en sus brazos, diría sin temor a equivocarme que se vuelve usted la musa de todo arte, de la bohemia, de la pintura y de estas líneas que fluyen mejor al estar así, a su lado… siempre he admirado la sutil independencia que le provee a mi alma, aunque he de confesar que en ocasiones su llegada no resulta tan grata, hay días en los que quisiera que usted no fuese la única que me escucha, la cambiaría sin dudarlo por alguien que se atreviera a oírme, no como al que se le informa, sino como al que de verdad le importa; no para obtener consejos píos o consuelos lastimeros, tampoco deseo encontrar la solución a mis problemas, bastaría un abrazo aquí y ahora, un todo va a estar bien, un estoy contigo… no la voy a culpar de esas ausencias, merecidas las tengo, he sido el ausente de vidas ahora distantes y si tal ha sido mi siembra no puedo pretender cosecha diferente, basta con que me permita decir que aunque merecido duele… 
Al final es usted mi única amiga, no hay pelea que me libre de su estar allí, oculta en las sonrisas por momentos cercanas, aguardando entre las sombras del bullicio a que toda presencia se esfume, cerca de mí, dentro a lo mejor, inseparable, ligada a mi… la conocí siendo muy niño, cuando entendí que podía encender mis temores, la abrace en llanto la primera vez que me sentí perdido, y la siento clavada desde siempre aquí, dentro del pecho… acaso ¿es usted la fuente de esta continua nostalgia, de esta fatal melancolía, de la tristeza súbita que me acompaña?... nada ni nadie llena su vacío, nada ni nadie puede darme la certeza de estar allí para siempre… solo estoy aquí en sus brazos,  solo vine al mundo y solo saldré de él, lo que pasa es que a veces quisiera que ese paréntesis llamado vida no la tuviese a usted adentro, pero es tarde, está aquí y lo peor es que se cierne sobre mí… Nunca he querido padecerla, creo que si he de convivir con usted como mi sombra quiero mirarla a los ojos, fijamente, la prefiero así, al menos enfrentarla me hace sentir que no me tiene entre sus manos, abrigo la esperanza de haberla elegido, aunque suene estúpido, total usted es quiéralo o no… 
Soledad, que ásperos resultan a veces sus brazos, tan poco acogedores que deambulo como si anduviera lejos de casa, hago y deshago mi morada cada día, no sé de donde soy, como desterrado sin patria, transito aquí y ahora, a su lado, a la intemperie de la vida, sin horizonte, sin lugar, pero a su lado… celebro en esta resignada compañía la posibilidad de verme cara a cara con la crudeza del ser, con el sinsentido del sentido, con mis temores y mis dudas; a su lado tengo dos caminos, sumirme en la depresión de sentirme abandonado en medio de la nada o ser fuerte y curtirme en las lides de enfrentarla y amarla, elijo lo segundo, no nací para llorarla, total no es usted la que me mata, ¿Qué otra cosa podría quitarme si no la vida?... soledad, perdone que le escriba, sé que poco le importa que lo haga, tampoco espero una respuesta, total el silencio es su más elocuente lenguaje y hasta eso le admiro, sin palabras la cabeza divaga menos… no se ni porque le escribo está noche,  a lo mejor es mi manera de decirle… bienvenida... 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Coloquio de media noche

Me alegra encontrarla, nunca es seguro el verla, pero hemos podido coincidir una vez más, aquí y ahora… he de decirle que me siento cansado, cansado de sus absurdas utopías, de engañarme haciéndome creer que es perfecta, ahora que la miro bien descubro que no, no es la fantasía que estúpidamente anhelaba, es más, ya no sé si amarla o despreciarla, tan aturdido está mi corazón que apenas late, hay noches en las que quisiera dormir para siempre y escapar de sus brazos, no volverla a ver nunca, poner el punto final a este amarla y desear ser feliz a su lado, para no verme más envuelto en llanto y en la fatal melancolía que se roba el aire en suspiros que carcomen el escaso tiempo que me da…
He de decir que a su lado no todo ha sido malo, estos años me han llenado de alegrías y de personas que de no ser por usted jamás habría conocido, he reído, he llorado, he soñado, he alcanzado, he atrapado y he soltado, me he llenado de esperanza y de mortal escepticismo, he bailado y he jugado, he perdido y he ganado, usted ha sido mía y yo suyo, la amo aún a pesar de todo…
sin embargo jamás pedí ser traído a sus brazos, de la nada me llevó usted hacia ellos, y en la nada me abandonará un día, conozco el final, y a pesar de ello es imposible dejar de estar aquí, así, tan suyo y tan ajeno…
Lo más difícil de esta relación ha sido el tratar de comprenderla, usted me desborda, me encierra en el sinsentido de no entender que objeto tiene que este allí; me cansa la fatal ausencia de certezas, preferiría idilios más cortos pero llenos de eso que a esto le falta, la oportunidad de aferrarme, de pisar firme no tan en el aire…
A su lado a veces llega la monotonía, esa fatal rutina en la que usted acostumbra a transitar, no quisiera eso para mí, pero parece que es imposible escapar… sufro al verla partir del lado de la gente que tenemos en común, pero no le temo a que se vaya de mi lado, temo más la manera en que la voy a perder, quisiera que se fuera en medio de un beso lleno de ternura, que me abandone suavemente y preferiría cerrar allí los ojos y dejarla ir, así, sin rencores ni deudas pendientes…
Desearía amarla en una mayor simpleza, preguntarme menos por el sentido de sus pasos y de los míos, creer que vale la pena y que aunque usted no sea eterna para mí, cada instante, cada fugaz presente, es posible ser feliz a su lado… me pregunta que por qué no lo hago, quizás porque no soy esa clase de persona, soy el tipo que se complica buscándole sentido, preguntando porqués, deseando encontrar las respuestas siempre ausentes…
Tanto tiempo juntos y aún me pregunto quién es usted… ¿llegará el día en el que me muestre su verdadero rostro? ¿comprenderé por fin que era lo que pretendía con todos estos actos e intermedios de una obra a veces incoherente, a veces aburrida, a veces emocionante, a veces frustrante, a veces fascinante?… no me mire así, no me haga creer que vale la pena, no quiero que se atreva a encenderme la esperanza, déjeme así, para que desandar los pasos que me han traído hasta aquí, tantas otras veces lo ha logrado y a la larga siempre vuelvo al mismo punto, incluso un poco más hondo de lo que fueron las veces anteriores…
Al menos dígame algo, responda, no se quede callada, es tan frustrante cuando no me habla o cuando quizás sordo no le escucho; no me abandone en esta discusión, no me haga sentir que le hablo a las paredes, no lo haga, por favor, dígame algo, lo que sea, al menos ríase de mi pero no se quede impávida, por favor, se lo suplico…
El tiempo no se ha detenido y aun no dice nada, quizás sea yo el idiota, idiota por esperar que me dejara comprenderla, idiota por pretender que usted, la vida, se hiciera comprensible para mí.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

HE MUERTO...


He muerto, atrás ha quedado mi pasado en la promesa de mejores días, he muerto, auguraban un futuro lleno de horizontes, la admiración hacía sonar sus notas para mis pasos llenos de entusiasmo y gallardía, creí que el mundo sería mío, pero he muerto… no soy ni la sombra de los augurios pasados, soy solo vida que se consume, que fenece, que se gasta, y así he muerto… 


¿acaso alguien puede volver a la vida los años pasados, las ilusiones rotas? He muerto, confieso que esto que soy no es más que un desconocido transfigurado por el sinsentido, he muerto, muerto al ayer, muerto al mañana, porque ni en uno ni en otro hay vida… he muerto e impávido contemplo el sinsabor de las viejas pasiones, la melancolía de las ilusiones rotas aún regadas por el suelo , la nostalgia de los viejos amores, la tristeza de no ser lo que soñé que sería, he muerto… 


confieso que aún deambulo por las calles como carne inerte , que respiro aun cuando hacerlo no sea garantía de saberme vivo, pero he muerto… no tengo el pulso de pasadas vibraciones, la temperatura de los sueños de antaño ha bajado a cero, he muerto en el infarto fulminante de no comprender el para que de esta existencia finita… he muerto apaleado en el abrazo de la hipocresía, he muerto en la lengua venenosa de ociosos devoradores de hombres a los que llaman hermanos, he muerto en la daga de los que más se aman y que hieren con crueldad, he muerto en su insaciable pedir y en su escaso dar… 


he muerto y no lucho por la vida, acaso no hay otro deseo en mi más que el de sucumbir aferrado a la dulzura de la muerte… dormir para siempre y descansar en el regazo del no ser ya que el ser se ciñe cruel a la espalda, reclamando sentido a los pechos de la vida que yacen secos… he muerto, y mi tumba es el saberme aquí perdido, que fría es la soledad cuando se agotan las respuestas, no quiero más velorio que el del silencio de la nada, total todos son buenos contigo en la sala de una funeraria, para que las flores, los llantos y las palabras bonitas, nadie lo siente, acaso unos cuantos contados con los dedos de la mano padecerán mi ausencia, los demás son los demás y no los culpo por ello, esa es la vida, así somos, incluso yo que he muerto… 


he muerto y no sé si volver a vivir esta vida o recoger mi tienda y partir en busca de otras vidas, menos distantes, más de mí y menos de nadie… he muerto y me pregunto si es mejor dormir y esperar así la muerte que ha prometido alcanzarme, o si debería correr como si con ello consiguiera escaparme, a la larga el final es el mismo, y la existencia se parece a un absurdo paréntesis en medio de la nada.