lunes, 24 de agosto de 2009

UNA PARÁBOLA...

Voy a contar una historia, la de un hombre que tenía mucho dinero y pasaba la vida preocupándose por como invertirlo, por ver como se le escapaba de sus manos mientras aumentaba el temor de malgastarlo. Era un hombre que vivía en medio de la angustia de lo finito de su caudal, un hombre que vivía ansioso preocupándose por todo cuanto pasaba, los altibajos del mercado, la depreciación, el bajonazo del dólar, todo le preocupaba. Un día conoció a alguien, quizás el más grande negociante de cuantos han existido, sus manos eran como las de el rey Midas y todo cuanto tocaba se convertía en oro. Ese alguien le propuso a aquel hombre administrar su fortuna, prometiéndole una utilidad del ciento por uno. Aquel hombre al principio tuvo miedo, lucho por seguir adelante solo, hasta que un día le entregó todo a ese alguien y entonces descanso; ya no tubo que preocuparse de las fluctuaciones del mercado, de la caída del dólar, de la depreciación o de cualquier otra cosa, dejó de ser aquel tipo ansioso preocupado de su porvenir y simplemente se dedicó a vivir y a amar aquello que hacia…


Ese hombre soy yo, el dinero simboliza mi vida y el alguien… es Dios.

5 comentarios:

  1. Vivimos angustiados, sin darnos cuenta de lo que de verdad es la vida, cada uno intenta encontrar la mejor manera de delegar estas angustias.
    Me alegro que tu lo hayas conseguido.
    Un petonet y disfruta

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  2. A veces pensamos que sólo nosotros podemos hacer bien las cosas y nos cuesta entender que podemos delegar funciones, confiar en otras personas... en tu caso en Dios.
    besitos

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  3. Es cierto, las preocupaciones por un mañana mejor van adquiriendo formas de cadenas que nos subyugan a la rutina. Liberémonos de esas cadenas y arrefémonos en las sonrisas y en los momentos que nos llena de vida y felicidad.

    Saludos

    Juan Carlos

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  4. Hola Oscar Javier, FELICIDADES por tu blog, una parábola muy real, la felicidad no se encuentra en el dinero.
    Un saludo.

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  5. Se me pasó este post, puede que otros también...
    Hoy,paso a ver si has actualizado,y me encuentro con esta pasada entrada,donde te abres a nosotros,haciéndonos ver qué camino elegiste contra viento y marea.
    Un camino que te llevó al descanso de este estresado mundo capitalista en el que vivimos,donde lo material prima por encima de lo espiritual...
    Yo, pobre infeliz, siento que debe existir ese Dios que se afana por cambiarnos, y que está instalado en el interior de cada ser,aunque algunos pasen la vida sin sentirlo.
    Creo que ese Dios, es la bondad, las buenas obras, los buenos sentimientos extendidos hacia el resto.
    Quiero pensar que actuando con el corazón, me ganaré un huequecito chiquito en ese imaginado cielo en el que quiero pensar, están aquellos que perdí.
    Ese es mi Dios, y me alegra pensar que hay gente buena y hermosa por todas partes.
    Gente como tú.
    Muchos besos.
    No creo que a Dios le molesten las muestras de afecto,¿verdad?

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